Hace tres años mi cuerpo me lanzó la señal más clara de emergencia: me dolía todo… salvo la conciencia de que yo era el responsable. La alarma empezó cuando los dolores de rodilla al correr se fueron incrementando, junto a mi peso en la báscula. Ese día entendí que el primer ladrillo de cualquier cambio duradero es el movimiento.
No hablo de convertirte en triatleta. Hablo de salir a la calle con ropa cómoda y recordar que tus piernas sirven para algo más que sujetar una silla. Mis primeras carreras fueron un sufrimiento: me costaba recorrer la mitad de distancia que hacía antes, había tramos dónde necesitaba caminar, y la sensación de debilidad y fragilidad era profunda.
A la tercera semana ya corría de forma más “cómoda” y no tenía que parar a caminar en ningún tramo: la autoestima sube cuando el pulso baja. Mañana te contaré cómo ese subidón me llevó directo al plato de comida y por qué dejar de comer como un universitario en exámenes fue mi siguiente paso.
“El movimiento es una medicina para crear cambio físico, emocional y mental.” — Carol Welch
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