Hace nada —quizá dos meses, como mucho— ni siquiera sabía que existía. Juraría que sonaba a término japonés, de esos que se pronuncian en voz baja para que no se escape la magia.
Pero no, el viaje no va hacia Oriente sino mucho más atrás, hasta la Grecia clásica. “Oneiros” significaba “sueño”, y de ese baúl etimológico nace el onirograma: el mapa de tus sueños puesto negro sobre blanco.
La primera vez que lo oí fue en boca de Mago More y, lo confieso, pensé que se lo había sacado de la chistera. Resulta que el verdadero padre de la criatura es Tim Ferriss, el mismo inconformista que nos invitó a trabajar solo cuatro horas por semana. Él lo llama dreamline. Nosotros, que tenemos oído melódico, lo rebautizamos como onirograma y suena todavía mejor.
Imagina una lista de deseos con esteroides, aliñada con el método SMART para que no se pierda en el limbo de los “algún día”. Así de potente es.
Esta mañana, armado con un café, un cuaderno y quince minutos de reloj (oye, menos da una piedra), me senté a mezclar metas con anhelos. Algunos objetivos para dentro de un par de semanas, otros que quizás vean la luz dentro de cinco años. Da igual; todo gran viaje empieza con la puerta de casa abriéndose.
Mi plan es sencillo, casi minimalista. Primero escribirlo todo, sin filtros, a lo loco. Después ordenarlo por viabilidad: de lo micro-alcanzable a lo que hoy parece ciencia ficción. No se trata de volverse loco de repente, sino de acumular pequeñas victorias que fabriquen la gran gesta.
Paso dos: hacer inventario de quién soy y qué necesito pulir. Si quiero llegar más lejos, antes tengo que saber cuánta gasolina llevo en el depósito.
Paso tres: estudiar a los que ya están donde yo quiero aterrizar. Copiar descaradamente sus aciertos, tropezar —si hace falta— con mis propios errores y volver a levantarme con mejor puntería.
Y luego llega el truco de magia de More: destapar solo la primera meta y apagar el resto. Taparlas, esconderlas bajo «censurado», lo que quieras. ¿El motivo? El foco es un láser; si ilumina todo, no quema nada.
Así que hoy arranco con mi onirograma a la vista y los demás sueños aguardando su turno tras el telón. Porque si algo he aprendido es que, cuando avanzas un centímetro, el universo se empeña en mover la línea de meta otro centímetro más cerca.
¿Te animas a dibujar el tuyo? Coge papel, boli y cronómetro. Dale forma a tus sueños antes de que Morfeo te pille bostezando. Y si te apetece compartir el primer paso, te leo en comentarios. ¡Que la chispa del onirograma prenda en tu escritorio!
“La vida no se mide por los sueños que tienes, sino por los que te atreves a perseguir.” —Tim Ferriss
P.D.1. Si te ha gustado esta reflexión, escribo una diaria, y lo mejor, la tienes aquí
P.D.2. Y si este post te removió algo, comparte. Al hacerlo, más gente se beneficia, yo entre ellas 😉.